CABRAS. 2017.
Cabras.2017. Escultura de cabra amamantando una cría. Recuerdo al animal que formó parte importante del sustento familiar. Situada en el lugar donde el cabrero recogía habitualmente todas las cabras del municipio, para llevarlas a pastar, volviendo con las ultimas luces del día. En Mecerreyes, se inundaban las calles de estos animales al terminar el día.
LA CABRA AMALTEA DE MECERREYES
Fernando Herrero Rojo
Mecerreyes es un pueblo de Burgos. Está situado en una ladera cuyo punto más alto es ligeramente superior a los mil metros sobre el nivel del mar. Las casas, todas ellas construidas en piedra, aparecen desparramadas, como si hubieran bajado por un tobogán. aprovechando el desnivel. Por este motivo la mayoría de calles están en cuesta.
Si paseas por sus calles encontrarás varias esculturas, como retazos de una memoria no tan lejana, que tienen por autor a Ángel Gil.
Una de las ventajas de las esculturas de Ángel Gil es que permiten al espectador imaginar historietas y relatos.
Así me imagino yo esta historia que dedico a los niños que se acerquen a visitar la escultura de las cabras (2017)
Ellos, los niños son curiosos, inteligentes y perspicaces. Lo demuestran cada día con sus frecuentes preguntas sobre cualquier detalle de la vida que les llame la atención. Así ha sucedido hoy cuando callejeaban por la cuesta de las escuelas.
Se han detenido ante la escultura de una cabra que amamanta a su cabritillo, situada en el lugar, en el que durante muchísimos años se reunían las cabras de diferentes dueños para formar el rebaño que apacentaba el cabrero.
La curiosean y preguntan:
-Oiga, señor, ¿desde cuándo está aquí esta cabra que amamanta a su cría?
-Os contaré
-“Era un día de invierno. La noche había sido de luna llena. Las calles de Mecerreyes amanecieron alfombradas con el manto blanquecino de la escarcha.
Los pardales, los gorriones, madrugadores y hambrientos, picoteaban, indiferentes, aquí y allá, las boñigas aún humeantes de otros animales más madrugadores.
El silencio en las calles era total. De repente, el espacio se llenó de balidos melancólicos y de sonidos tristes de esquilas: subiendo hacia la cuesta de las escuelas, donde ahora nos encontramos, avanzaban por doquier grupos de cabras para incorporarse al gran rebaño apacentado por el cabrero.
Era su último día, el de su despedida para siempre, y se dirigía hacia el monte a ramonear los matorrales y brezos. A su paso queda la calle moteada por unas incrustaciones de bolitas negras, las cagarrutas mañaneras, que resaltan sobre la blancura de la escarcha.
Un cabrito, urgido por el hambre, demanda su desayuno y la madre, porque la cabra es sobre todo madre, se orilla discretamente para amamantarlo. Es la cabra que veis aquí, la más retrasada del rebaño porque ha acompasado la velocidad de su marcha a la de su cabrito todavía un poquito remolón”.
-¿Y por qué mira de esa manera que parece que está triste?
-Esa mirada tan triste que os ha llamado la atención, se debe a que no alcanza a comprender por qué motivo vituperamos y despreciamos a su linaje calificando a las cabras con estereotipos carentes de fundamento (estar como una cabra, loco como una cabra, cabreado, estar como una chota, la cabra tira al monte o la cabra de la legión) y que las relacionan con la locura, la irreflexión o la bajeza social.
Si os fijáis bien, esa mirada también está llena de palabras de orgullo:
-“Siempre hemos sido útiles a los humanos y nuestra leche ha alimentado y sigue alimentando generaciones de niños de medio mundo.
También tenemos otras cualidades reconocidas a lo largo de la historia: somos inteligentes y aprendemos con rapidez a resolver problemas de cierta complejidad. Estamos dotadas de una memoria asombrosa a largo plazo y reconocemos el balido de nuestras crías incluso después de un año de no haberlo oído.
Somos sociables, dóciles y agradecidas aceptando la compañía del hombre si nos trata con afecto. Y nuestra piel, convertida en odres, botas o pergaminos, ha transportado el vino de la alegría y ha transmitido la cultura de la antigüedad”.
Le brillan los ojos de entusiasmo y continúa:
– “Afortunadamente, los griegos, pueblo culto, nos tuvieron siempre en gran estima. En su mitología nos relacionaron con el nacimiento de sus propios dioses”
-¿Qué quiere decir con eso de la mitología y los dioses?.
-Os contaré esa historia de los griegos; prestad mucha atención:
“Gea, madre de Cronos, le hizo saber que uno de sus hijos lo destronaría. Cronos devoraba a todos sus hijos recién nacidos para que no se pudiera cumplir la amenaza. Rea, esposa de Cronos, dio a luz un nuevo hijo, el sexto, de nombre ZEUS.
Para preservarlo de la voracidad del padre, Rea, con la ayuda de Gea, le preparó un engaño, una trampa: le presentó una piedra envuelta en pañales y Cronos la devoró creyendo que era su hijo.
Rea decidió esconder a su nuevo hijito,, Zeus, en una cueva en el monte Ida, en Creta, y como el niño lloraba unos bailarines armados gritaban, daban palmadas y hacían ruido con sus lanzas y escudos para que Cronos no pudiera oír los llantos del niño. Algunos de estos lloros se debían a que tenía hambre y necesitaba mamar.
Rea, para no llamar la atención de Cronos, buscó a alguien que amamantara a su hijito y eligió como nodriza a nuestra antepasada la cabra AMALTEA, porque nuestra leche es la más parecida a la leche materna. Amaltea, con sus cuidados, contribuyó a que Zeus llegara a ser el dios más importante y poderoso de todas las deidades griegas y al fin destronó a su padre Cronos.
AMALTEA también acompañaba a Zeus en sus juegos. Éste era trasto como todos los niños y en un momento del juego le rompió, accidentalmente, uno de los cuernos.
Ella no se lo reprochó; pero Zeus, para consolarla, le prometió que el cuerno roto se llenaría milagrosamente con todas las frutas y viandas que pudiera desear y por ello se convertiría en el cuerno de la abundancia. Los romanos lo llamaron CORNUCOPIA.
A la muerte de AMALTEA el dios Zeus, convertido en Señor del Universo, en agradecimiento, además de llorar su pérdida, la inmortalizó, y con ella a todas las cabras, convirtiéndola en la constelación de “CAPRICORNIO”, el cielo de las cabras.”
Nosotras, las cabras del último rebaño, estamos orgullosas porque durante mucho tiempo hemos sido nuevas AMALTEAS para los hijitos guiletos; pero ya no lo seremos más.
-¿Por qué se ha marchado el rebaño para siempre? continuaron preguntando.
– Porque ya no hay niños que amamantar en Mecerreyes.
Se hizo un gran silencio.
Acariciaron a la cabra y al cabrito en señal de agradecimiento y desagravio. Y se alejaron tristes y apesadumbrados.
Hace días que se dejaron de oír los balidos y las esquilas del último rebaño. Sin embargo ella, la última cabra y el último cabrito permanecerán aquí, entre nosotros y en nuestro recuerdo, a la espera del viaje definitivo al firmamento prometido por Zeus, para diluirse en el cielo de las cabras, en la constelación de Capricornio
Fernando Herrero Rojo.
POSTDATA:
«¿Qué me importa lo que Cervantes quiso o no quiso poner allí y lo que realmente puso? Lo vivo es lo que yo allí descubro, pusiéralo o no Cervantes, » UNAMUNO
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Como autor “que empaqueta y presenta, con mayor o menor éxito, informaciones propias y ajenas”, me he permito publicar, con atrevimiento y desfachatez, las mías.
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ATRÉVETE.
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